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Ignacio Díaz de la Serna

Hablemos de caníbales, para abrir el apetito

28 marzo, 2016

En el siglo XVIII, Europa siente una gran fascinación por la figura del “salvaje americano”. No el indio mesoamericano conquistado y evangelizado dos siglos antes, sino una nueva figura nacida del descubrimiento y colonización que franceses e ingleses realizaron en el vasto territorio de lo que es hoy la frontera entre Canadá y Estados Unidos. A través del encuentro con el salvaje de América del Norte, el hombre europeo alimenta su imaginario y sueña con la posibilidad de recuperar lo perdido en el proceso de la civilización: la vida en armonía con la naturaleza, en un tipo de comunidad donde los individuos valoran solo lo esencial, sin prestar atención a todo lo superfluo que abarrota la vida civilizada. Fascinado, sí, pero a la vez imbuido de un profundo menosprecio por dicho salvaje: vago, incestuoso y antropófago. Es “el otro», radicalmente distinto del europeo, pero del cual este no puede prescindir, porque de hacerlo no podría calificarse a sí mismo como «civilizado». En este Diálogo asistimos al empeño de algunos intelectuales posteriores a la Revolución francesa por indagar en la búsqueda de una nueva dimensión mítico-histórica para la refundación de la sociedad.

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