María Rosa Rotondo
¿Es malo hacer lobby?
Hay una película actualmente en cartelera de cuya protagonista se dice que “forma parte de una influyente firma dedicada a persuadir a congresistas para que aprueben leyes que son beneficiosas para sus poderosos clientes, o para que rechacen las que les son perjudiciales. Una ‘lobista’, pues, y una especialmente temible y maquiavélica”. Es un clásico: la palabra inglesa lobby se instaló hace ya mucho tiempo en nuestro imaginario con unas marcadas connotaciones negativas y no resulta nada fácil sacarla de ahí. Se piensa en el lobista como en alguien sin escrúpulos dispuesto a comprar voluntades a cualquier precio, y “hacer lobby” suena a actividad situada a medio camino entre lo delictivo y lo inmoral. Nada más lejos de la verdad. En las sociedades complejas como las nuestras, en las que los poderes públicos –legisladores, gobiernos, reguladores– tienen que conocer y atender un sinfín de temas de gran complejidad, es lógico que existan profesionales dedicados a intermediar entre los distintos intereses privados y aquellos que han de tomar las decisiones finales. La presidenta de los lobistas españoles se acerca a nuestros Diálogos para hablarnos de la realidad del lobby en España y en Europa.
Comentarios (1)
Dialogos del conocimiento
4 junio, 2018 at 10:40 pm
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